martes, 1 de abril de 2014

¿Y qué más da?

Plantar un poema,
dejarlo crecer en ti, en mi, en ella.

Que de sombra fresca en verano,
que sea como la brisa leve del estío,
que se enrede al alma,
que suavice el olvido.

Tendrían sus versos que dar frutos,
tal vez despertar la lírica dormida
de un niño, del abuelo, del mundo.
Venda, pomada y ungüento para las heridas

Renacer, primavera tras primavera,
parecer que muere en otoño,
con el frío invierno renovada sementera.

Claro, pudrirse, formar argamasa poética,
humus generoso, rico estiércol
que no sabe de vida, ni de poesía.

 Adolfo Lisabesky





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