domingo, 27 de septiembre de 2015

Celia y Antonio

Antonio y Celia, nunca se llegaron a conocer,
la esquina de lo omnipresente, lo evitó.

Ella, que cargaba en su interior
el universo entero,
la piedad, el amor, y el desconsuelo,
se desangraba, sin permitirse verter
ni una sola gota de sangre.

Él, se soñaba en todas briznas de hierba,
pensaba que vivir boca abajo,
no era un imposible, sino una obligación,
torpe funambulista, amargo amador,
deshollinador de almas.

Si ella soñaba retailas de vidas en facebook
él, sintetizaba su amor en la brevedad
                                           de Twiter

Si él coreaba bajo la luna,
ella bailaba las serenatas de la mañana.

Si ella susurraba sus seguridades,
él gritaba todas sus dudas.

Los encontró un niño,
en una redonda sin estatua,
en el mercado de una tarde de domingo,
en la copa de un árbol,
como hojas que no quieren
 caer y ser pisoteadas por los transeúntes



Adolfo Lisabesky


sábado, 12 de septiembre de 2015

Niño, suelta ese libro que me buscas la ruina.

Al comienzo de curso, suele ser costumbre los avisos a los profesores mas heterodoxos, la junta a través de los inspectores avisa a directores y estos a profesores.

Entre estos avisos es tradicional el asunto de los libros de lectura. La consejería entiende y así avisa, que no podemos aconsejar libros de lectura fuera de la gratuidad de libros de texto, ya que sería discriminatorio con aquellos alumnos cuya economía familiar no permitiera comprárselos.

Puede uno hablarles de poesía, pero no deben de pasar de los versos de Lorca que aparecen en el libro de texto o de los dos o tres libros de Federico que hay en la Biblioteca. Puede uno Hablar del matemático persa, Al Juarismi, leer la entradilla del libro de texto pero no debe aconsejar ensayos o novelas fuera de las posibilidades del libro escolar. Podemos decirles que comenten textos filosóficos pero que lo hagan con la intertextualidad entrecomillada que aparece en sus libros de texto.

Los profesores no pretenden evaluar en virtud a la compra de un libro, pero no pueden ser ajenos a la literatura, como un componente alejado de los centros escolares, unido por el frágil hilo de la gratuidad y las Bibliotecas escolares.

Si en clase, al margen del proceso calificador, se lee o se comentan libros,  por distintas circunstancias, el momento, la asignatura, el interés de los propios alumnos, al profesor o profesora responsable se le puede caer el pelo, por eso el título, “Niño, suelta el libro que me buscas la ruina”

Es verdad que en la educación pública como un modelo representativo de la sociedad pasan alumnos de distintas clases sociales, como debe ser, y así lo vemos en su vestimenta, en sus aficiones, en las actividades extraescolares, en las intervenciones familiares...Pero de momento, en esto no hay protocolo alguno, no nos han pedido que examinemos la ropa por si es de una marca u otra , o las zapatillas deportivas, o que vigilemos las aficiones familiares, ni siquiera si pueden pagarse las excursiones que proponemos.

Han sido los libros, objeto de la lupa, como en un proyecto de “Farenheit 451” o en ese corralito donde sobrina, ama, cura y barbero disponen la quema de libros, en El Quijote. Hace unos años, un compañero sugirió escenificar la quema de libros, como un espectáculo irritante de la realidad, pronto compañeros y compañeras se llevaron las manos a la cabeza, “¡Pero como va ser los profesores quemando libros!” pues de eso a el título de este escrito solo diferencia, la denuncia.


miércoles, 9 de septiembre de 2015

Verano 2015

Caían mis palabras sobre el bálsamo
                      de tus silencios,
y aunque tú no estés,
debes  saberlo.

En el sindicato todo va bien,
aunque quise contarte lo de aquella inspectora,
promotora de bucles disparatados.

Las vacaciones también han ido bien,
pinto mas que escribo,
aunque mis pinturas siguen siendo
                  ingenuas caricaturas.

He visto: ríos ansiosos de agua,
pueblos de famosas amanecidas,
pinturas emboscadas, duendes ebrios,
princesas de corrido carmín.

De mis amigos, conversación,
paseo, juego, miradas al pasado,
y prometedores enfados
                      con los poderosos.

De mis amigas, unas se casan,
otras desaparecen, y algunas
ven mis mismas amanecidas.

Pero todo va bien, este año el Ébola,
no revoloteó sobre nuestras conciencias,
solo al final, en una playa,
vimos el cuerpo menudo del fracaso.

¡He leído tanto! que no recuerdo nada.
La poesía descansó de mi,
y mi alma descansó de la poesía.

Por lo demás nada,
el sindicato va bien.

PD. Disculpa la falta de rima, y de ritmo, cada vez me cuesta mas.










Adolfo Lisabesky


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