lunes, 26 de septiembre de 2016

El pastel de cierva

 
Y le manchaba los dedos de harina al entregarle el paquete. Mi padre lo cogió y corrió al embarcadero, aquella isla parecía un decorado, también la barca, e incluso el diminuto mar que atravesó.

Llegó a casa y saborearon los restos del pastel que tanto había gustado al notable invitado. Nadie entonces pensó que ese trozo de repostería nos daría de comer a generaciones de pasteleros. Aun hoy pocos saben que el pastel de cierva, no tiene ni ciervo ni cierva, que ese pastel medio dulce y medio salado, debe su nombre a D. Juan de la Cierva.


sábado, 17 de septiembre de 2016

Gratuidad

Nada sale gratis,
ni respirar, ni acompañarte
al otro lado de la valla,
nada.

El esmalte de tus uñas
enredó mi corazón
y ahora mi alma copió tu color.

Nada sale gratis,
ni el consejo que te di,
cuando bailábamos medio borrachos.

De ti y de mi,
solo quedarán tus medias,
negras como el humo de mis rodillas.

Nada sale gratis,
ni siquiera estos versos,
que escribo bajo el influjo de esta 
                                     penumbra.

Adolfo Lisabesky
                        


jueves, 15 de septiembre de 2016

Acorazados

El brillo del botón de su camisa,
hacía pequeños los destellos de la luna.
Cuando mis dedos curiosos
recorrían sus serranías,
ella era el mar y yo un barco pesquero.

Bastaba un rayo de sol imprudente,
a través de la ventana,
para que mi voz fuera suya,
y sus manos la tierra.

Porque derretirse en otoño
es como alcanzar la meta en la batalla,
porque vivir en un río sin fondo
hace de mis branquias, dulces pulmones.

Tienen las caderas el son de la primavera,
y yo invidente, pretendo aprender a bailar
sesteando mis dedos por tu piel.

Me estiro, se encoge el alma,
y alcanzo aquel planeta,
del que nos previno
un científico loco.
No le hicimos caso,
y ahora nuestros vecinos
tienen antenas en sus traseros.

Oigo tu voz en el fondo del río,
pero mis dulces pulmones
desconocen el idioma de los salmones.

Adolfo Lisabesky

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