lunes, 14 de febrero de 2011

Eran las cinco de la madrugada.

Tanto silencio, parece mentira.

A las cinco de la madrugada
Eran las cinco en punto de la madrugada.
Mi niño puso negra sus sábanas
a las cinco de la madrugada.
Una suerte de mal no prevenida
a las cinco de la madrugada.
Los demás duermen y solo duermen
a las cinco de la madrugada.

El vómito puso negro los colchones
a las cinco de la madrugada.
Y la nausea sembró de olor y hiel
a las cinco de la madrugada.
Ya discuten Paloma y Leonardo
a las cinco de la madrugada.
Y un virus con ansia descontrolada
a las cinco de la madrugada.
Comenzaron los sones del ding-dong
a las cinco de la madrugada.
Las semanas de insomnio y plomo
a las cinco de la madrugada.
En las esquinas grupos de silencio
a las cinco de la madrugada.
Y con el codo  interrumpo su sueño
A las cinco de la madrugada.
Cuando mañana me estrelle conduciendo
a las cinco de la madrugada.
Y acabé con su sueño del todo 
a las cinco de la madrugada.
A las cinco de la madrugada,
las cinco en punto de la madrugada.



Adolfo Lisabesky
(Con permiso de Lorca)

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