domingo, 19 de julio de 2015

Niño leyendo el mar en un libro electrónico

El mar no es el cielo,
ni el libro un santuario,
los versos no son sus besos,
ni los poemas, naufragio.

Pero el niño lee el mar,
en los ojos de otros niños,
sus acrobacias,
           ingenuas acrobacias,
danzan en el laberinto infantil.

 En la otra orilla,
está la isla de los días escolares,
los matinales despertares,
la vida atada a una silla.

El día de hoy,
es luz y sol,
sueño y juego.




Adolfo Lisabesky

lunes, 6 de julio de 2015

Dimito

Ya quisiera decirlo bien alto:

     " Dimito"

Pero no tengo nada por lo que dimitir.
Podría reunir a los pocos amigos
que aun toman a broma lo que digo,
hacerles partícipes de mi dimisión:

"Camaradas,en estos días
            de insulsa alegría,
                en estas horas
                de triste agonía,
es mas, en estos minutos,
de esperanzas rotas,
                        Dimito.

Dimite el hombre, el viejo
           y el niño,
dimito porque no he sabido ser
ni agua para tu sed,
ni pan para el camino,
ni ungüento para las heridas.

Dimite mi voz,
dimiten mis manos,
A la espera de una voz nueva,
de unas manos fuertes,
Dimito."

Pero para dimitir hay que ser
algo, o alguien,una secretaría,
                              ser tal vez
delegado de alguna viceconsejería.

Nada, no tengo nada que echar a mi dimisión,
nada que haga de mi un ser desprendido,
un político honrado,
un poeta hecho carne.

Ah sí, dimito, dejo el parnaso libre,
ya no seré uno de esos tantos
que escriben a hileras
y dicen ser poetas,
                              eso haré.

Reuniré los pocos camaradas
que aun toman a broma lo que digo,
y les comunicaré mi irrevocable dimisión:

"Amigos, que en noches estrelladas,
me hicisteis creer
  que mis frases entrecortadas,
no eran retailas sin sentido
sino etílicos poemas,
debo deciros algo importante,
Dimito, adiós poetas, adiós poesía"

No es gran cosa,
pero es la única dimisión
que me puedo permitir.







Adolfo Lisabesky (Costernado por la dimisión de Varufakis-Ministro Heleno de Economía)





viernes, 3 de julio de 2015

Grecia

Ha tenido que ser Grecia,
a la que todos volvemos,
los poetas  a honrar a Homero
recitando  sus versos en Delfos,
los estudiantes de matemáticas
a reconocer en Euclides
el nacimiento y muerte de la Geometría,
los dramaturgos a la trama de una obra
 ya escrita por Esquilo o Sófocles.
De los Filósofos no diré nada,
ya que ellos saben que su casa habita
en las islas Griegas

Pero ha tenido que ser Grecia,
la que canta, cuenta, piensa y llora,
la que nos hizo, cantar, contar, pensar y llorar,
la que hizo del mar,
pergamino y pluma,
la que hizo del hombre,
un alma algo mas sabia.

Ha tenido que ser Grecia,
la prolongada Grecia,
la Grecia que duerme en ruinas,
pero vive eternamente en su obra.

Ha tenido que ser ella,
la que vuelva sus ojos  a la Mujer,
al Hombre, al fruto social,
de las constantes involuciones de la política.

Ha tenido que ser Grecia,
la que por una semana,
hace llorar al dinero,
mientras piensan el estudiante,
el parado, el funcionario,
el artesano, el obrero.

Unas reflexiones interrumpidas
por los ruidos de una Europa,
que no quiere que piensen los Europeos.

Y mientras Grecia se debate
entre la política y el dinero,
yo solo puedo hacer versos,
imitando, humildemente, a Homero.

Adolfo Lisabesky









jueves, 2 de julio de 2015

Territorios comunes

Crece el cielo hasta pisar la tierra,
el mar hasta dar con su sangre en la arena,
los hombres que estiran su sed
en los oasis de todos los burdeles.

Pero mis versos no salen del cuarteto
acosada el alma entre cuatro versos,
¡Cuatro versos! ahí vive mi sed.

De la ciudad solo conozco sus miradas,
la de la niña que camina y juega,
la del joven que sentado en una terraza
sueña con todas las mujeres del planeta,
la del viejo que escupe la vida
                             a sentencias.

Me gusta mirar los ojos de la ciudad,
                      escuchar sus sonidos,
como titulares de un noticiero sin redactor.

Los árboles de mi ciudad
son testigos mudos de estas miradas,
es su sombra su anzuelo,
allí en los días
de la vociferante
                    luz de Almería,
los arboles esperan astutos,
la llegada del niño, del joven, del viejo.

Por eso  nuestro alcalde,
quiere poner punto y final a la chismosa
arboleda.

Adolfo Lisabesky





miércoles, 1 de julio de 2015

Vientos

Pasó el viento del norte,
quiso llevarme a las montañas,
pero mis palabras pesaban demasiado.

Al poco tiempo, un viento africano
intentó arrancar de mi una impostura,
pero es mi vida una maroma deshilachada.

El viendo del este y del oeste,
              clamaban,
pero no entendía nada,
solo un crujir de corazones secretos.

Aquí me quedé, mirando el mar de poniente,
declamando con voz engolada,
los versos que nunca debí escribir.

 Adolfo Lisabesky



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