No se respirar sin hacerme daño,
no se vivir sin empezar a morir.
No consigo caminar en linea recta,
sigo la senda sinuosa del borracho,
la torpe trayectoria de un neonato,
para acabar tendido en la acera.
Y allí, tumbado a la espera
de una mano amiga
me descubro vacío,
irremediablemente tonto.
Adicto a la desmesura, excepto en el saber,
pataleo, hago irrisorias muecas.
¿Y todo para qué?
Para que en la ciudad
alguien llore mis fracasos.
No sé respirar sin hacerme daño,
no se vivir sin empezar a morir.
Adolfo Lisabesky
Me encanta cuando eres tan humano en tus poemas. Son los que mas me gustan.
ResponderEliminarLlevas razón, a veces se nos olvida nuestra identidad, humanos dices, mámiferos dice Lizano. Cuando esto ocurre lo que decimos, hacemos o escribimos carece de im portancia. Gracias Sr o Sra Anónima
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