sábado, 5 de mayo de 2018

Los Ángeles

Vendedores de nada
en las puertas de los supermercados,
en bermudas, con pendientes,
y una zapatillas horribles.
ojean la mercancía de los otros.

Los perros huyen de sus amos,
y la calle despierta del letargo
                         de la madrugada.
El mar aulla a los lejos,
y un capitan marino
vende el último lenguado de la mañana.

Las gaviotas no vuelan tan lejos,
el pan de alfacar,
hoy hizo huelga en el mercado,
una plaza arremolinada
en torno a un frutero
que canta las maravillas de sus papayas.

El hormiguero persiste,
a pesar de la abeja reina,
que ignora que existe,
ellos no vuelan, pero acumulan
                   migas de pan
en dura pugna con las palomas.

De vuelta a casa,
pienso que nada huele tan bien
como el bullicio contenido
                 de mi barrio.







Adolfo Lisabesky (casi Angelino) 


sábado, 28 de abril de 2018

NO!!

Decían que no era que" sí "
y que sí era; "ya verás tú"

La piel de los hombres
aprende poco a poco,
el otro día comenzamos a ser
homo sapiens.
Pienso, luego existo,
¿Siento, luego existo?

Y mientras, tu no es mi sí,
y mi sí tus cadenas.

Los guardianes del paraiso
saltan a las carreteras.
 para que las estatuas de sal
dejen de mirar a sodoma.

Soy una de ellas,
llevo siglos mirando el pecado,
aunque mi no es su no,
y  su sí todavía no es mi sí.

Adolfo Lisabesky (Por una escuela de sordos monosílabos)

jueves, 19 de abril de 2018

Un poquito

Un poquito de vida,
un comic de tres páginas,
un soneto, un verso libre.
un poquito de vida

La hora en vuelo de un globo,
 gotas sindicales,
el pavimento, la rosa y el mastín
                       de mi jardín.

Un poquito de vida.

La sonrisa, la espuma de la cerveza,
el guiño de la tarde,
la brisa del penúltimo segundo del día.

A morfeo engañé,
y durante unos instantes viví.

Adolfo lisabesky  


 

sábado, 3 de febrero de 2018

Andone (el video)

Canciones de piratas

Uno, dos, tres, cuatro,
dejadme que sueñe un rato.

Cinco, seis, siete,
entre la nieve y el mar,
      un periquete.

¿Sueñan las gaviotas
sin plumas, con globos aerostáticos?

Sube, sube, y un marinero,
retira el ancla,
                       Navega,
deja la maroma hundirse en el mar,
y bebe las aguas del horizonte.

El coro de pescadores,
silenciado por el estruendoso ruido
        del fuego.
Y un manto blanco, ribeteado,
por chopos y almendros.

Canta el mar con el cielo,
canciones de marineros.

En el bote no hay grumetes,
 un solo timonel, el viento,
no, no hay grumetes,
locos, soñadores, sedientos.

Nace el verso en una explanada
robada a los feriantes,
y se rubrica en la leve caida
de un cesto de mimbre.

Adolfo Lisabesky 














  

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