sábado, 5 de mayo de 2018

Los Ángeles

Vendedores de nada
en las puertas de los supermercados,
en bermudas, con pendientes,
y una zapatillas horribles.
ojean la mercancía de los otros.

Los perros huyen de sus amos,
y la calle despierta del letargo
                         de la madrugada.
El mar aulla a los lejos,
y un capitan marino
vende el último lenguado de la mañana.

Las gaviotas no vuelan tan lejos,
el pan de alfacar,
hoy hizo huelga en el mercado,
una plaza arremolinada
en torno a un frutero
que canta las maravillas de sus papayas.

El hormiguero persiste,
a pesar de la abeja reina,
que ignora que existe,
ellos no vuelan, pero acumulan
                   migas de pan
en dura pugna con las palomas.

De vuelta a casa,
pienso que nada huele tan bien
como el bullicio contenido
                 de mi barrio.







Adolfo Lisabesky (casi Angelino) 


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