miércoles, 23 de abril de 2014

La barca

Pongámonos de acuerdo, sí, es hora del acuerdo
pero bajo unas premisas, inevitables premisas.

No le quitemos días a la primavera, no,
 a la primavera no.
Dejemos de zarandear
¡Qué comience el momento del abrazo!
¿Recuerdas cómo se hacía?
                                   pues ayúdame a recordar.
¿Quieres que votemos?
                        Pues botemos de pura alegría
En uno de estos saltos la luna será mía,
para ti el sol y las estrellas ¿Te gusta el reparto?
Botemos a mano alzada
                                  y de puntillas.

Déjame ahora, en pleno vuelo, que te diga
que desconfío de mi
                           y a veces también de ti
por eso todo este asunto de las premisas.

Sigamos con ellas. Yo me encargo de apuntar.
A ver ¿Qué vendrá bien para el camino?
Pocas alforjas y un proyecto a medida.
Para el proyecto ¿Te parece bien una barca?
¡Pues rememos y que nadie se duerma!
Hay que estar alerta.

La barca que sea amplia y  largos los remos.
Al vernos felices bogar ¿Quién no querrá subir?
¡Todos a remar, tenemos sitio de más!
¿Quién querrá entonces el frío mar?
¿Quién dirá que la barca es una cárcel nada más?
 ¡A remar! ¡A remar!

Sí alguien en un descuido,
- el salvaje estallido de la juventud -
callera al mar.
¿Debe su cuerpo vagar,
ser una lumbre, una señal
para la indisciplina contumaz?
Recojémoslo y en paz.

Que todos remen a virtud,
que no haya marineros en tierra,
ya que estamos en la mar, la alta mar.

Cuando veamos el final
cuando el viaje esté a punto de finalizar
pasemos la mano por encima de sus cabezas
pasemos la mano por debajo de nuestras rarezas.
Y que bajen los marineros graduados
Y suban grumetes imberbes y novatos.

Sí bajan y en una ultima mirada a la barca
la miran como si en ella hubieran engañado a los vientos
Nosotros sabremos que hubo un día en el que la barca
navegó por sus remos.

Adolfo Lisabesky 






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