domingo, 27 de abril de 2014

Acariciar pomos de puertas cerradas

“Aplazar los sueños sale caro, muy caro”
Me dijo el pirata guiñando su ojo tuerto.
Hablé de realidades ineludibles, seres exactos.
Enfadado golpeó su pata de palo
sobre mis verdades cotidianas, mis matemáticas
irrefutables, Meneó su garfio al borde de mis ojos:
“¿A qué has venido? ¿A vivir mis días,
a morir mis muertes?

Y corrí tanto como pude,
tanto como se puede correr mirando hacia atrás,
como imagino hizo la esposa de Lot.
Pero no soy estatua de sal,
ni siquiera un busto salino,
¡Ya no se hacen bustos! Ni estatuas ecuestres,
hoy los caballos suben a lomos de los caballeros.

Pude escapar del irritado bucanero,
De esa estrafalaria imagen de la vida vivida.
¿Cómo atender los consejos de esa figura desahuciada?
Conservo mis dos piernas,
aunque no tengo ganas de andar
Conservo mis dos ojos,
aunque por la ventana siempre el mismo horizonte.
Conservo mis manos
que siguen acariciando los pomos de puertas cerradas.

Adolfo Lisabesky




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