“Aplazar los sueños sale caro, muy
caro”
Me dijo el pirata guiñando su ojo
tuerto.
Hablé de realidades ineludibles, seres
exactos.
Enfadado golpeó su pata de palo
sobre mis verdades cotidianas, mis
matemáticas
irrefutables, Meneó su garfio al borde
de mis ojos:
“¿A qué has venido? ¿A vivir mis días,
“¿A qué has venido? ¿A vivir mis días,
a morir mis
muertes?
Y corrí tanto como pude,
Y corrí tanto como pude,
tanto como se puede correr mirando
hacia atrás,
como imagino hizo la esposa de Lot.
Pero no soy estatua de sal,
ni siquiera un busto salino,
¡Ya no se hacen bustos! Ni estatuas
ecuestres,
hoy los caballos suben a lomos de los
caballeros.
Pude escapar del irritado bucanero,
De esa estrafalaria imagen de la vida
vivida.
¿Cómo atender los consejos de esa
figura desahuciada?
Conservo mis dos piernas,
aunque no tengo ganas de andar
Conservo mis dos ojos,
aunque por la ventana siempre el mismo
horizonte.
Conservo mis manos
que siguen acariciando los pomos de
puertas cerradas.
Adolfo Lisabesky
Adolfo Lisabesky
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