Una promesa:
“No dejaré de escribir poemas
hasta que sentado en un autobús
oiga un cuchicheo de versos
mal recitados y peor escritos.
Y al volverme sean dos enamorados
que cuidan su historia
entre los paisajes de uno de mis
versos.”
Estaré
enamorado hasta la muerte (1)
Entonces
como el Simón Bíblico
diré
algo así:
“Mis oídos ya han contemplado
“Mis oídos ya han contemplado
al
amor hacer repicar mis versos,
ya
la lira puede apagarse”
y temblarán mis manos al coger tus manos (1)
y temblarán mis manos al coger tus manos (1)
Dejaré
el Parnaso,
pondré
fin a mis días de polizón
en
el barco de los poetas ignorantes,
volveré
a la sordidez de los números
y
me cobijaré en los versos sueltos
del
álgebra.
y
temblará mi voz cuando te acerques (1)
Pero
mientras que en la acera,
en
una siniestra oficina,
en
los rectos oficios de las esquinas,
o
en los silenciosos recreos
de
un colegio abarrotado,
no
me asalten mis versos,
los
seguiré escribiendo.
y
te miraré a los ojos como si llorara. (1)
Adolfo Lisabesky
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