La madurez esconde
tras un adusto manto,
un coro de niños asustados,
las dudas amontonadas
de la noche adolescente,
las prisas mal paridas
de un joven recién renacido.
Así, el niño, el adolescente,
el joven y el viejo en ciernes,
saltan a mordiscos
sobre un manto roto,
deshecho,
deshilachado,
descompuesto.
Con este postrero manto
El manto que da apariencia de madurez, cuando todos deseamos deshacernos de él, y vivir desnudos por el peuqeño planeta.
ResponderEliminarQue bien lo entiendes, por eso el tema de los mordiscos. Pero entre tú y yo mi manto está en las últimas. Un abrazo tocayo
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