sino un cúmulo de nubes que ya llovieron.
Cuando tu mano no es tu mano,
sino la antigua soga en mi cuello.
Cuando tus abrazos no son tus abrazos,
sino pinzas de un cangrejo rojo
Cuando tus besos no son tus besos,
sino fugaces fuegos artificiales.
Por entonces hay que despertar,
volver a nacer,
volver a ver en tu risa agua
que calma la sed,
volver a tocar tus manos,
seguro de no caer,
volver a tus abrazos
sin perder el aire,
volver a tus besos,
y que los fuegos artificiales duren toda una vida.
Adolfo Lisabesky
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