jueves, 5 de marzo de 2015

Tom Sawyer

Suenan los niños en la escuela,
como árboles talados,
como un salmón a contracorriente,
se miran unos a otros,
como observa el juguete al juego.
No les interesan las lecciones del maestro,
tal vez piensan que eso no va con ellos,
que los decimales o los enteros,
los inventó un sádico profesor sin conciencia.

¿Y tengo que ser yo quien les convenza
que menos por menos es mas?
¿Tengo que ser yo quien les hable
de paréntesis, de combinaciones,
de estrambóticas expresiones?.

Quisiera irme a un rincón,
dejar de ser el objeto de sus miradas,
no buscar su  atención,
perderme con ellos
en los últimos minutos de su infancia,
para no ser nunca adulto,
eternizarme niño entre sus manos,
olvidar mis obligaciones
jugar con ellos en la isla de los niños perdidos.

Ayer eché a Wendy,
me he convertido en un capitán garfio
                                            cualquiera,
en una mantel cuadriculado
que oculta el plano de una isla perdida,
donde un tesoro y una quimera,
salvan a los niños de las lecciones
             aritméticas
para guiarlos a la aventura,  al Missisipi
                              al río de Tom y Huck.

Adolfo Lisabesky



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