Donde no llega el poema
llega la vida,
que hace a solas su propia poesía.
Se adorna de hermosas primaveras,
se viste de hechicera,
espectadores, nos sorprende un día,
con argumentos inéditos,
en escenarios espléndidos,
con un ritmo homérico.
Y la poesía se queda pequeña,
ínfima, enana, muda.
Solo le queda tomar nota,
copiar, sacar pluma y copiar,
cuando aparece la vida,
remendar la poesía con una puesta de sol,
con el hallazgo del equilibrista payaso,
el olor de la inocencia,
la belleza de un simple e inútil gesto.
Luego la vida vuelve a dormir,
y la poesía, siempre en guardia,
...hace lo que puede.
Adolfo Lisabesky
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