sábado, 7 de febrero de 2015

Deslucido

Yo nunca fui bueno,
alguna vez lo parecía
pero era solo una pose.

Mesaba mis mejillas, compungido,
envidriaba mis pupilas, entristecido,
y nunca, nunca, terminaba por llorar.

Bueno sí, aquellos días de funeral,
de plena oscuridad, de túnel y luto,
lloré pero era puro egoísmo,
                               falacia mentirosa.

También lloré, en las salas de cine
películas que no recuerdo haber visto,
salas que  recuerdo despobladas.

No, yo nunca fui bueno,
pero en aquellos días de rosas plastificadas
quise parecerlo,
quise abandonar mi cara de ángel caído,
para parecer sombra alegre, amanecer dorado.

Mis mentiras nunca fueron suficientes,
mis ojos, vidriosos o no, adelantaban
mi impostura y volvía al lugar de los ángeles
                                       sin alas.

Hoy un euro, de esos que tintinean
en un torpe monedero,
de esos que ya no tiene ni cara ni cruz,
un euro salvador a un pobre acordeonista.

Adolfo Lisabesky


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