martes, 23 de diciembre de 2014

Silencio

¡Quiero el silencio maestro!
Que se oiga el latido de una mosca.
Ah ¿Qué las moscas no tiene corazón?
Yo las he visto amar
en medio de los tedios estivales,
celebrando su amor
por encima de nuestras celebraciones.

¡Qué se calle todo el mundo!
Para empezar a oír al mundo latir.
¿Cómo?¿Qué el mundo no late?
Pues llevarme a la luna,
hace tanto tiempo que el Apolo
abandonó su Luna.
Llevarme medio muerto,
dejar que unos gusanos lunáticos
consuman alegres mi cuerpo.

¡Qué no se oiga un alma!
Ah ¿Qué las almas no hablan?
Y esa voz que retumba en mi cabeza:
Camina, camina, camina,
Navega, navega, navega.
¿Qué es,
el eco del primer caminante,
los llantos del último navegante?

¡Dejen de gritar los mercaderes!
Ah, claro estos sí que hablan, gritan.
Venden su mercancía
a los pobres su pobre pan
a los ricos su caviar.
Pues que se vayan del templo,
que callen,
que compren con lo ganado,
su futuro y dejen las plazas vacías.

Pareciera que el silencio
se hubiera escondido en nuestros días.

Adolfo Lisabesky



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