Escala de grises de una mañana gris,
el blanco y negro en la mirada,
Y el espejo agazapado, con esa carga
de estúpida verdad a medio maldecir.
Todo parece a punto de explotar,
todos los remedios agotados,
todas las heridas dispuestas a brotar.
Y los espejos, chismosos chivatos.
Un sabor mañanero de cenas
mal comidas, me recuerda
que pronto seré pasto de ellas.
Pero tú, me salvas, mis bienes
más queridos y recuperas
del naufragio mis muebles.
Adolfo Lisabesky.
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