El mar no es el cielo,
ni el libro un santuario,
los versos no son sus besos,
ni los poemas, naufragio.
Pero el niño lee el mar,
en los ojos de otros niños,
sus acrobacias,
ingenuas acrobacias,
danzan en el laberinto infantil.
En la otra orilla,
está la isla de los días escolares,
los matinales despertares,
la vida atada a una silla.
El día de hoy,
es luz y sol,
sueño y juego.
Adolfo Lisabesky
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