sábado, 29 de junio de 2013

Adolfadas VII

Dejé caer mis manos
ya solo tengo muñones
aunque me estire
están cosidos mis tejidos,

Tras los primeros disparos
busqué mi trinchera,
una húmeda y humilde trinchera.
¿Habrán dejado de disparar?

Tengo tanto por decir
que no encuentro las palabras
quisiera callar
hasta contarlo todo.

Son mis errores, errores perfectos
en cambio mis aciertos
tienen tantos matices
que ahora descubro que son fallos.

Cada vez que visito una playa
me fijo en la arena,
trato de contar los granos
y así paso momentos inolvidables.

Cubro de tantos reproches a mis amigos
que pronto dejarán de serlo.
Entiendo tanto a mis enemigos
que no querrán dejar de serlo.

Es la muerte la solución final
del que apuesta por la vida.
Agotada todas las opciones,
se acerca sigilosa, seductora.

Tengo la chistera de los versos
arrugada, torcida, sucia
metí la mano con demasiada alegría
y su capacidad solo litro y medio.

Ayer me soñé encima de una gran torre
las nubes cerca y abajo...
no lo se, sin mis gafas (sueño sin ellas)
solo retazos de absoluta felicidad.

Y sigo rodando ladera abajo,
noto los cantos sobre mi costado.
Mi cabeza piensa en espiral
caigo y recaigo, absurdo final.


Adolfo Lisabesky


2 comentarios:

  1. Comprendo el torrente que en Adolfo se genera ( me siento muy identificado), es tan absurdo todo a veces, que es mejor dejarse llevar, como hace Adolfo en su séptima adolfada.

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    1. Por mucho que nos opongamos, como peces a contracorriente, no dejamos de ser cantos rodados. Eso si, tocayo, eligiremos el Rio.

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