sábado, 1 de junio de 2013

La Isla de los sueños enterrados

Ayer dejé de soñar en el mismo momento
en el que mi sueño se convertía en pesadilla.
No traspasé la delgada linea en la que la utopía
pierde su encanto y toman su sitio tormentos,
rayos estridentes y el sabor agrío de la hiel.

Desperté, me ayudó el arrullo del viento,
el susurro del amigo y el mar en mi pecho.
Antes, busqué en mi alma un lugar seguro
donde durmieran mis sueños sin ser descubiertos.
En un hoyo profundo cerca del mar los escondí.

Para cuando el soñar no provoque monstruos
Para cuando el mar desentierre mis sueños
Para cuando los días no tengan noches.
Para cuando me crea dueño de mi destino.

Para entonces, cogeré una pala
llamaré a amigos y familiares.
En una ceremonia vieja y larga
a la sombra de una palmera
desenterraré mis sueños.

Adolfo Lisabesky



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