lunes, 16 de abril de 2012

La caza del hombre

Acabada en Europa la caza del oso,
los cazadores apuntaron a nuestra casa.
Ni venados ni leones ni zorros.

Todos somos piezas de caza.
Al rico ya no le excita matar bestias
tanto como la caza del hombre en masa.

Sumidos en una reciente amnesia
somos dianas perfectas, casi quietas,
buscamos del amo su querencia.

Desnudos nos invitarán a sus fiestas,
nos darán el último banquete,
y seremos de su caza su pieza.

Criados leales limpiarán sus retretes.
Rastrearán y marcarán como podencos
y en la caza serán santos inocentes.

Añoraremos que fuimos sus rectos
criados los días pasados
en los que no éramos fruto de sus deseos.


Adolfo Lisabesky

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