jueves, 2 de febrero de 2012

A los rectos funcionarios.

¡Honor y gloria a los rectos funcionarios!

A los que conducíais filas de judíos
hacia los trenes de la muerte.
A los que al grito de ¡Rendíos!
Acabasteis con su vida y su suerte.

A los que por imperativo mandato
transforman al vivo en desaparecido.
A los que por la falta de un dato
ponen firmes al ciudadano enardecido.

A los que rellenan y dan salida
a tanta norma estéril o inútil.
A los que rubrican con dolida
mano y por duplicado la firma fértil.

A los que de la ley hacen esclavo
al vecino y proclaman su oficio,
frontera de la virtud y del vicio.
A todos los pelotas yo les exclamo.

¡Honor y gloria a los rectos funcionarios!

En cambio al no tan recto funcionario,
al que haciendo  uso de su despacho
desviaron judíos del destino ferroviario,
unieron familias lejos del gas derramado.

A  los que  hacen esclavo a la ley
al servicio del ciudadano y oportunos
ayudan tanto al humilde como al rey.
A los que no treparán por árbol alguno.

A los que desarman los tampones.
A los que acercan las soluciones.
A los que alejan las precauciones.
A los que aman las emociones.

No obtendrán ni medallas, ni honor.
No recibirán altos nombramientos,
ni el grito de su nombre será un clamor.
Sus hijos no heredarán ningún favor.

A solas con sus actos en la desnudez
del  alma encontrarán el consuelo
de reconocerse Hombre y Mujer.



Adolfo Lisabesky.

Ensoñación  de un funcionario al leer el poema de Jesús Lizano "Las personas curvas"





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