miércoles, 22 de febrero de 2012

Ropas para un poema

Al empezar un poema olvida a difuntos
y no recuerdes a los vivos.
Desvistete de propósitos altivos,
haz una pira de pensamientos profundos.

Deja que tu alma tirite en soledad,
espera hasta que afloren las verdades.
El sonido del silencio se hará realidad,
en lugar de las grandes banalidades.

Viste al poema de forma humilde,
nada de ropajes molestos y abundantes.
El viaje es largo y los versos tristes
son una rémora poco estimulante.

Predispuesta el alma, apartados los lastres
la senda es suya y tú...¡Ah! Su invitado.
Como tal compórtate, respeta sus lares
y deja que el poema conforme su estado.




Adolfo Lisabesky

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