Ahora que dejé de recitar versos
en mi escalera,
mis viajes en el ascensor
están llenos de dulce prosa.
"Mire al techo señorita,
o sus ojos hará que zozobremos"
Mis cuarenta largos años
me hacen un joven pensionista,
que ni baila, ni anda, ni siquiera
le cuenta a las palomas sus secretos.
"Como me vuelva a contar sus secretos,
seré yo el que saque la daga
de mi corazón".
Recuerdo el exacto instante
de la voladura,
era un día de fiesta,
por eso no te importó
que gritara.
"No quiera que rodemos
ladera abajo,
mis aristas se clavarán
en el único hueco, no herido,
de su corazón"
Una la mula, dos la coz...
no supiste interpretar
el popular juego infantil
y me pateaste sin misericordia.
"¿El poema? es la unidad
de medida de la locura"
Al profesor de matemáticas
le salen los algoritmos por las narices,
esta mañana encontré una ecuación
junto con mi última deposición.
"Hace tiempo que no hablamos
de tus labios,
duermo con ellos pegados a los mios,
mi lengua...esa es otra historia"
De tantas vueltas que he dado
en el cerco de la noria
cabría un batallón de soldados,
¡Malditos!...agradecerme la trinchera.
Adolfo Lisabesky
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