los versos se fueron con los impostores de la A7, el poema bailaba con la mas fea, y Adolfo esperaba tiempos mejores, Ahora ¿Quién puede dejar pasar este magnifico título regalado por un niño?
La servilleta que quería volar
No estaba en su ánimo el de secar
la fea faz del anodino corrector de almas,
ni permanecer dobladita en el servicial
servilletero.
Ni la cuña en la oxidada mesa de la terraza,
ni el calendario laboral de un atropellado directivo.
Ella esperó la primera ráfaga de aire
para subirse y volar hasta aquel acantilado
que unos enamorados soñaron visitar
mientras paladeban en los ojos del otro,
sus helados.
Adolfo Lisabesky
Dicen los expertos que es conveniente escribir para conocerse. Las fotos nos revelan cicatrices con las que no contamos. Un megáfono nos ayuda a mejorar nuestra dicción. Escribir y releerse nos ayuda a alejar determinados fantasmas.
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"Ella esperó la primera ráfaga de aire
ResponderEliminarpara subirse y volar hasta aquel acantilado"
Sí, volar, volar y rodar, a la primera oportunidad de hacerlo...
Me gusta leerte en verso, de nuevo.