Al comienzo de curso, suele ser costumbre los avisos
a los profesores mas heterodoxos, la junta a través de los
inspectores avisa a directores y estos a profesores.
Entre estos avisos es tradicional el asunto de los libros de lectura. La consejería entiende y así avisa, que no podemos aconsejar libros de lectura fuera de la gratuidad de libros de texto, ya que sería discriminatorio con aquellos alumnos cuya economía familiar no permitiera comprárselos.
Entre estos avisos es tradicional el asunto de los libros de lectura. La consejería entiende y así avisa, que no podemos aconsejar libros de lectura fuera de la gratuidad de libros de texto, ya que sería discriminatorio con aquellos alumnos cuya economía familiar no permitiera comprárselos.
Puede uno hablarles de poesía, pero no
deben de pasar de los versos de Lorca que aparecen en el libro de texto
o de los dos o tres libros de Federico que hay en la Biblioteca.
Puede uno Hablar del matemático persa, Al Juarismi, leer la entradilla del
libro de texto pero no debe aconsejar ensayos o novelas fuera de las
posibilidades del libro escolar. Podemos decirles que comenten textos
filosóficos pero que lo hagan con la intertextualidad entrecomillada
que aparece en sus libros de texto.
Los profesores no pretenden evaluar en virtud a la compra de un libro, pero no pueden ser ajenos a la literatura, como un componente alejado de los centros escolares, unido por el frágil hilo de la gratuidad y las Bibliotecas escolares.
Si en clase, al margen del proceso calificador, se lee o se comentan libros, por distintas circunstancias, el momento, la asignatura, el interés de los propios alumnos, al profesor o profesora responsable se le puede caer el pelo, por eso el título, “Niño, suelta el libro que me buscas la ruina”
Es verdad que en la educación pública como un modelo representativo de la sociedad pasan alumnos de distintas clases sociales, como debe ser, y así lo vemos en su vestimenta, en sus aficiones, en las actividades extraescolares, en las intervenciones familiares...Pero de momento, en esto no hay protocolo alguno, no nos han pedido que examinemos la ropa por si es de una marca u otra , o las zapatillas deportivas, o que vigilemos las aficiones familiares, ni siquiera si pueden pagarse las excursiones que proponemos.
Han sido los libros, objeto de la lupa, como en un proyecto de “Farenheit 451” o en ese corralito donde sobrina, ama, cura y barbero disponen la quema de libros, en El Quijote. Hace unos años, un compañero sugirió escenificar la quema de libros, como un espectáculo irritante de la realidad, pronto compañeros y compañeras se llevaron las manos a la cabeza, “¡Pero como va ser los profesores quemando libros!” pues de eso a el título de este escrito solo diferencia, la denuncia.
Los profesores no pretenden evaluar en virtud a la compra de un libro, pero no pueden ser ajenos a la literatura, como un componente alejado de los centros escolares, unido por el frágil hilo de la gratuidad y las Bibliotecas escolares.
Si en clase, al margen del proceso calificador, se lee o se comentan libros, por distintas circunstancias, el momento, la asignatura, el interés de los propios alumnos, al profesor o profesora responsable se le puede caer el pelo, por eso el título, “Niño, suelta el libro que me buscas la ruina”
Es verdad que en la educación pública como un modelo representativo de la sociedad pasan alumnos de distintas clases sociales, como debe ser, y así lo vemos en su vestimenta, en sus aficiones, en las actividades extraescolares, en las intervenciones familiares...Pero de momento, en esto no hay protocolo alguno, no nos han pedido que examinemos la ropa por si es de una marca u otra , o las zapatillas deportivas, o que vigilemos las aficiones familiares, ni siquiera si pueden pagarse las excursiones que proponemos.
Han sido los libros, objeto de la lupa, como en un proyecto de “Farenheit 451” o en ese corralito donde sobrina, ama, cura y barbero disponen la quema de libros, en El Quijote. Hace unos años, un compañero sugirió escenificar la quema de libros, como un espectáculo irritante de la realidad, pronto compañeros y compañeras se llevaron las manos a la cabeza, “¡Pero como va ser los profesores quemando libros!” pues de eso a el título de este escrito solo diferencia, la denuncia.
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