domingo, 27 de septiembre de 2015

Celia y Antonio

Antonio y Celia, nunca se llegaron a conocer,
la esquina de lo omnipresente, lo evitó.

Ella, que cargaba en su interior
el universo entero,
la piedad, el amor, y el desconsuelo,
se desangraba, sin permitirse verter
ni una sola gota de sangre.

Él, se soñaba en todas briznas de hierba,
pensaba que vivir boca abajo,
no era un imposible, sino una obligación,
torpe funambulista, amargo amador,
deshollinador de almas.

Si ella soñaba retailas de vidas en facebook
él, sintetizaba su amor en la brevedad
                                           de Twiter

Si él coreaba bajo la luna,
ella bailaba las serenatas de la mañana.

Si ella susurraba sus seguridades,
él gritaba todas sus dudas.

Los encontró un niño,
en una redonda sin estatua,
en el mercado de una tarde de domingo,
en la copa de un árbol,
como hojas que no quieren
 caer y ser pisoteadas por los transeúntes



Adolfo Lisabesky


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