Antonio y Celia, nunca se llegaron a
conocer,
la esquina de lo omnipresente, lo
evitó.
Ella, que cargaba en su interior
el universo entero,
la piedad, el amor, y el desconsuelo,
se desangraba, sin permitirse verter
ni una sola gota de sangre.
Él, se soñaba en todas briznas de
hierba,
pensaba que vivir boca abajo,
no era un imposible, sino una
obligación,
torpe funambulista, amargo amador,
deshollinador de almas.
Si ella soñaba retailas de vidas en
facebook
él, sintetizaba su amor en la brevedad
de
Twiter
Si él coreaba bajo la luna,
ella bailaba las serenatas de la
mañana.
Si ella susurraba sus seguridades,
él gritaba todas sus
dudas.
Los encontró un niño,
Los encontró un niño,
en una redonda sin estatua,
en el mercado de una tarde de domingo,
en la copa de un árbol,
como hojas que no quieren
caer y ser pisoteadas por los
transeúntes
Adolfo Lisabesky
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