miércoles, 6 de agosto de 2014

Banalidades

Sonríen bañistas y les sonrío,
distraigo el tedio estival,
en conversaciones instrascendentes:
- ¿Probó usted sus melocotones?
-Sí- con un punto de melancolía- aunque
en una parte aun estaban verdes.

En este mismo instante
caerá la muerte sobre los tejados
de una casa atestada de vida,
en Gaza los refugios son de papel mojado
el mismo papel mojado donde firman
sus acuerdos todos los terroristas.

Ahora Miguel recordará
porque hizo lo que hizo,
porqué el bien no tiene esperas,
porqué la vida en África
no tiene futuro, sin un presente.
Ahora que murió su hermano,
que sus hermanas mueren con él,
cuenta los segundos que tarda la burocracia
en remangarse unas mangas
que el ya se remangó.

Siento en mi cuello
la inapelable sentencia
                de culpabilidad.
Ajeno al dolor,
sumergido en la dulce banalidad,
los ecos del Ébola,
y las olas que llegan a Murcia
por el bombardeado  mar palestino
tocan mi hombro,
tocan el hombro de occidente,
pero el canto de sirena
de las dulces banalidades
nos impiden torcer el pescuezo.

Adolfo Lisabesky


















Por la pronta llegada y recuperación de D. Miguel Pajares

2 comentarios:

  1. Magnífico poema tocayo, rabiosamente actual, y que refleja oportunamente las paradojas de la globalización en que vivimos, mientras unos estamos en la playa, otros esperan bombas en sus tejados. La filantropía que te embarga se desborda en tus versos. Un abrazo.

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