He muerto tantas veces
que ya no sé si escribo esto
vivo o muerto.
Lo cierto es que soy un resucitado
bastante depauperado.
No tengo yagas
que echarme a las manos
ni ando por Getsemaní
asombrando a los vivos.
Debo estar muerto,
y esto es la eternidad.
Un continuo deambular
de tertulia en tertulia teológica:
"Harto de multiplicar los peces
multiplico amanecidas"
En un asombró dialéctico
ayer me convencí resucitado,
ahora ni el Ébola, ni los aprendices
a jinetes apocalípticos
pueden bajarme de este palmo y medio
de aura,es todo lo que me puedo permitir.
Adolfo Lisabesky
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