lunes, 22 de abril de 2013

La palabra al caminante

Yo no soy de aquellos que paran la luna
para que inflados de ellos mismos
todos oigan sus historias una por una.
Pero por unos días o por otros, hoy decido
dar con pelos y señales muestras de mis tesoros.
Y aunque no soy de los que suenan, el ding dong
de campanas, para que rodeado de oídos ansiosos,
cuenten los caminos abiertos, los puentes erguidos,
hoy quiero hacer manifiesto un presente orgulloso.
Quiero invitar al gentío a una borrachera
de palabras cumplidas, de frescas quimeras.
Así subido a unos versos, estirada la dicha
y consumado el consuelo, voy a dar por entera
la palabra al caminante. Por encima
de turistas ociosos, de gendarmes pretenciosos,
cogeré de la mano franca al caminante.
Tomaremos los caminos que quisimos emprender
y que nos los desaconsejaron la prudencia,
el temor a la curva misteriosa y acechante,
para que llegado el momento descubra
tras su figura siniestra que todo lo ocupa,
la fiesta de la vida, la vida por delante.

Adolfo Lisabesky

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