Cae en mi herida la sal derramada
de nuestra comida,
y tu dedo es mi llaga,
pero tus hombros no son mi cama.
Y aunque creas que soy fuerte, casi piedra,
no soy mas que hojarasca seca,
que intenta defenderse del aire a dentelladas.
¿O es que piensas que el mar no llora?
ni rio, ni lago ni humilde charca,
mar que desemboca en mi alma.
Salen de mi garganta los gritos
de los cien mil hijos de lilipud.
Adolfo Lisabesky
No hay comentarios:
Publicar un comentario