jueves, 10 de octubre de 2013

Desenfado

Cuando mis ojeras ocupen todo mi rostro,
cuando de mí sólo quede mi alma,
quiero ser poeta,
quiero hacer poesía.

Porque mientras los gusanos no apuren mis huesos
mientras vivan ufanos mis órganos,
hablará por mí, mi orgullo,
rimará en mí, mis temores.

Así que cuando yo me muera
quiero ser poeta.

Compraré una libreta
en la mejor imprenta
como hacían los usureros
para contar sus dineros.

En ella haré una lista de hombres buenos
y otra, en negrita, de hombres malos.
Llamaré uno por uno a mi despacho,
por entonces me haré uno en el entresuelo.

Allí a solas mi invitado, yo y mi rencor,
daremos vueltas por mis listas
les contaré las maldades de los hombres malos
les contaré las bondades de los hombres buenos.
  
Mis sentencias serán inapelables,
mi olvido una quimera,
mi reino cielo y tierra
mis apellidos insaciables
y la tinta de mi libreta, indeleble.

Cuando yo me muera
quiero ser poeta.


Adolfo Lisabesky


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