martes, 20 de marzo de 2012

Las heridas de D. Quijote

De entre mis heridas
salpica con intensidad una fuente de marea roja.
La abrieron la mentira, el desánimo y el desencanto.
De entre mis heridas
nace la muerte del hombre que agoniza
sin saber porque.
De entre mis heridas
colmaron su sed enemigos sabios,
paladean ansiosos los diversos sabores del hombre.

¿Alguien piensa que el sabor de la victoria
es más dulce o sabe mejor que el manjar de la derrota?
¡Mentira! - Ay la mentira.
De entre todos los santos ¿Quién es más santo?
¿Aquel que pulcro y perfumado habla de las bondades del alma
o aquel que embadurnado por el lodo, salpicado por la sangre
del hermano y por la peste contagiado es síntesis de los pecados
capitales?- ¡Ay los pecados capitales!

Mi confesada pereza me impide hablar de todos
pero mi naciente envidia me incita a hablar de la soberbia.
Querer ser sin la necesidad de convencer,
alcanzar la cima sin experimentar el vértigo de la escalada,
mirar los hombros de hombres desiguales,
hacer de los juicios difusos pretextos de intereses propios.
La soberbia, hermana querida de tantos altos cargos.

Adolfo Lisabesky


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