Palabras que atropellan a otras
palabras
y aparecen salvadores, los silencios
y se adueñan de todo. Entran en la
plaza,
los arboles callan y los hombres,
recios,
adustos, casi muertos, dejan su
esperanza
en el silencio. ¡La palabra ha muerto!
¡Viva el silencio!
Agotados los sonidos de las últimas
letras
en la ultima palabra, vivimos mudos
aunque no sordos, ya que escucho
tus murmurosos silencios, la espera
se hace eterna. Ya olvidé como sonaban
las palabras que hablaban de
comprensión,
las palabras que curaban las heridas,
las palabras que alimentaban mi alma.
Si las pronunciaras, no las entendería.
He aprendido el tosco vocabulario
del silencio, no tiene vocales
sólo tiene rencores
no tiene consonantes
nada, sólo
silencio.
Adolfo Lisabesky
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