Le dicen al viento,
ya retiraste el polvo de las azoteas,
ya arrastraste del mar sus deshechos
y limpiaste del suelo las hojas secas.
Desiste, viento y no soples más,
quebrarás de los arboles sus ramas,
los puentes no aguantarán tu presencia
y los hombres no soportarán tus alaridos.
Y el viento no escucha,
no recuerda porque empezó
y no dará fin a su lucha.
Le dicen al sol,
Iluminaste a plantas y árboles
que nos dieron sus frutos,
calentaste a los animales,
ahuyentando al frío.
Pero vete ya, sol imprudente,
lo que antes era tierra fértil
ahora no es más que arena inerte.
Y el sol no escucha,
no recuerda porque empezó
y no dará fin a su lucha.
Le dicen a la lluvia,
distes de beber a animales y plantas
grandes cosechas por tu generosa mano
y tu agua limpió nuestro cielo.
Déjalo ya , lluvia insistente.
Tus aguas desbordaron los ríos,
hicieron de las ciudades pantanos
y en ellos naufragamos.
Y la lluvia no escucha,
no recuerda porque empezó
y no dará fin a su lucha.
Y yo que no soy ni sol, ni lluvia, ni
viento,
ni siquiera roca para dar asiento,
que ni mojo, ni muevo, ni caliento,
tampoco se porque empecé
y ya desatado, no me ataré.
Adolfo Lisabesky
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