martes, 20 de agosto de 2013

¡Qué torpe!

Querer que el sol sea suave en verano,
que el viento al soplar no levante la tierra,
que ladrido de un perro sea ladrido amortizado,
que las espinas de una rosa no dañen al enamorado,
que los mares y ríos acaricien las piedras.

¡Qué torpe! ¡Qué estúpida,
mi insistencia! loca, suicida.

El sol me responde y seca mi alma.
El viento me arrastra y me enreda
y aunque no cabalgo, los perros ladran
sólo las rosas generosas se ablandan.
Las aguas deshacen los castillos en la arena.

¿Será mi torpeza y heridas
lo que otros llaman
el principio y el fin de las utopías?

Adolfo Lisabesky

4 comentarios:

  1. Qué cierto tocayo, tenemos que aceptar ciertos elementos que son incontrovertibles. Un abrazo

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  2. Siempre se quiere lo que en ese momento no toca. Por otra parte un blog estupendo.

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