Querer que el sol sea suave en verano,
que el viento al soplar no levante la
tierra,
que ladrido de un perro sea ladrido
amortizado,
que las espinas de una rosa no dañen
al enamorado,
que los mares y ríos acaricien las
piedras.
¡Qué torpe! ¡Qué estúpida,
mi insistencia! loca, suicida.
El sol me responde y seca mi alma.
El viento me arrastra y me enreda
y aunque no cabalgo, los perros ladran
sólo las rosas generosas se ablandan.
Las aguas deshacen los castillos en la
arena.
¿Será mi torpeza y heridas
lo que otros llaman
el principio y el fin de las utopías?
Adolfo Lisabesky
Qué cierto tocayo, tenemos que aceptar ciertos elementos que son incontrovertibles. Un abrazo
ResponderEliminarIncluso dentro de nosotros mismos. Un abrazo
EliminarSiempre se quiere lo que en ese momento no toca. Por otra parte un blog estupendo.
ResponderEliminarLos momentos andan amontonados. Gracias
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