Yo no soy de aquellos que paran la luna
para que inflados de ellos mismos
todos oigan sus historias una por una.
Pero por unos días o por otros, hoy
decido
dar con pelos y señales muestras de
mis tesoros.
Y aunque no soy de los que suenan, el
ding dong
de campanas, para que rodeado de oídos
ansiosos,
cuenten los caminos abiertos, los
puentes erguidos,
hoy quiero hacer manifiesto un presente
orgulloso.
Quiero invitar al gentío a una
borrachera
de palabras cumplidas, de frescas
quimeras.
Así subido a unos versos, estirada la
dicha
y consumado el consuelo, voy a dar por
entera
la palabra al caminante. Por encima
de turistas ociosos, de gendarmes
pretenciosos,
cogeré de la mano franca al caminante.
Tomaremos los caminos que quisimos
emprender
y que nos los desaconsejaron la
prudencia,
el temor a la curva misteriosa y
acechante,
para que llegado el momento descubra
tras su figura siniestra que todo lo
ocupa,
la fiesta de la vida, la vida por
delante.
Adolfo Lisabesky
No hay comentarios:
Publicar un comentario