miércoles, 27 de febrero de 2013

Dioses , hombres y mentiras

Cuando los humildes hombres, cansados,
se hacen Dioses, abandonan sus cuerpos,
desprecian su sangre y olvidan sus órganos.
Convertidos en fantasmas sin reparos,
deambulan escupiéndonos sus deseos.

Y ya no son hombres ni mujeres
sino fábricas de desamparo
aludes de nieve fría e inerte,
que ruedan muertas ladera abajo.

En un ataque de estúpida cordura
nos advierten de los mamíferos esqueletos
nos previenen de la humana locura
y hacen de sus miedos los nuestros.

Los oigo prevenirnos de nuestros besos
maldecir los humanos abrazos
el roce cálido y fructífero de los cuerpos
y el olor de la vida en nuestras manos.

A costa de su inmortalidad
perdieron la humana cordialidad
la mirada llorosa del hermano
a cambio la risa del tirano

Cuando los humildes hombres, cansados,
se hacen Dioses, abandonan sus cuerpos,
desprecian su sangre y olvidan sus órganos.
Convertidos en fantasmas sin reparos,
deambulan escupiéndonos sus deseos.

Adolfo Lisabesky





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