Como no se si llegaré a los ochenta
ayer fui a revisar todos mis sueños.
A duras penas reconocí a su dueño,
a no ser por una factura entre sus manos
del día en que los puse en venta.
Vendí las utopías
por las migajas
del día a día.
Vendí mi independencia
por la sonrisa de un niño
a veces dulce y otras frenética.
Vendí mis ansias revolucionarias
por mi tozudez, siempre injusta,
en las batallas prosaicas, diarias.
Vendí mis puentes hacia la multitud
por una mesa camilla, sencilla,
donde habitamos amigos y amigas.
Vendí mis deseos de ser querido
por los amargos gritos
de un grillo ridículo y herido.
Vendí al adolescente
al soñador y al poeta
por "el hombre decente"
Y ahora que no tengo utopías,
que perdí mi independencia
que mis actos no son revolucionarios
que mis amigos no son multitudinarios
que me siento desnudo de abrazos
y que mi poesía es poesía a retazos.
Pienso en otro hombre
en aquel que pudo ser
y que ya solo es un sueño.
Adolfo Lisabesky
Es duro considerar lo que va quedando atrás; las elecciones van dejando a un lado lo que pudimos, tal vez, ser. Yo aún así, sigo encontrando en ti al soñador que sigue conservando sus utópicos deseos, sigo encontrando al revolucionario que quiere cambiar al mundo y que lo logra con la actitud y la poesía. Un saludo tocayo
ResponderEliminarPalabras que a partir de hoy entran en el armario de las cosas por las que levantarse los días de cansancio e incertidumbre. Gracias Tocayo
ResponderEliminar