De tanto vagabundear por tierra firme
me tropecé con el mar.
Dejé pedregales y caminos
y encontré en las estelas mi lugar.
Los días de desamparo por tus veredas
terminaron. Tiempos en los que el negro
invadía los caminos, llenándolos de espesas
realidades. El mar estaba lejos, muy lejos.
Y como un río que perdido su cauce
resucita para morir junto al mar,
acompañado de cantos rodados di con la sal,
desemboqué y desperté próximo a tus luces.
Tus olas y corrientes no me dejarán
tomar asiento. Neptuno no quiere en su reino
hombres vestidos de gris, no lo permitirá.
Sin mis sombras tu fondo será mi destino.
De tanto vagabundear por tierra firme
me tropecé con el mar.
Adolfo Lisabesky
El mar nos atrae, nos permite un horizonte onírico, nos envuelve con su arrullo salado.
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