jueves, 16 de febrero de 2012

Lobos, corderos y hombres.

Los hay que se creen lobos
y como lobos actúan. Hacen
de sus hermanos, corderos,
cuando el hambre aprieta, sólos
o en jauría cazan y se meriendan
a los corderos y los ves gordos,
lustrosos, afilados los dientes
y negra su alma. Pendientes
nos tienen a todos de sus próximas
dentelladas. Quieren dar miedo
y lo consiguen entre los quietos
corderos, dóciles casi muertos.

Los hay que se creen corderos
y como corderos actúan. Mansos,
quietos, muy quietos. Remeros
de canoas varadas, esperan evitar
el trágico final. Final certero
el de su cuello entre las fauces
del lobo. Pastan con esmero
para que el festín del lobo
sea abundante y placentero.

¿Y ser hombre? Decir al lobo
“Tus dientes no devorarán hombre
alguno” Y llamar por su nombre
al cordero, recordarle que hubo
un día que también fueron hombres
y miraban al lobo y le decían
“Tus dientes no devorarán hombre
alguno”. Y decirle al lobo
“Tu que fuiestes hombre
no seas lobo para el hombre”
Y recordar juntos al poeta:(1)
Tuya es la Tierra y cuanto en ella hay,
Y más aún, Serás un hombre, hijo mío!


Adolfo Lisabesky

(1) Del Poema If de Richard Kipling

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