Mira con cierta nostalgia
el agua jabonosa donde lava los platos,
mantengo seca mi media tostada de lorenzana,
pero su mirada melancólica me hace complice
de los sueños que un día dieron luz
a sus ojos.
Por las mesas salta sin saberlo
el dia a dia,
administrativos, doctoras, y un enfermero,
que siempre antes de extraer
engaña al niño con un juguete de plástico.
Siempre sonrie, y lo hace francamente,
sin que haya en su sonrisa atisbo monetario,
ella sabe que en el barrio se grita,
pero no se da propina.
Yo lo hago, discretamente, como por descuido,
no es gran cosa, son los restos de un euro,
el incipiente dinero del bolsillo.
Las sobras del día cuyo propósito
es ganarse el cielo en sus ojos.
Adolfo Lisabesky ( Se va, desayunando)
Dicen los expertos que es conveniente escribir para conocerse. Las fotos nos revelan cicatrices con las que no contamos. Un megáfono nos ayuda a mejorar nuestra dicción. Escribir y releerse nos ayuda a alejar determinados fantasmas.
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martes, 4 de julio de 2017
domingo, 2 de julio de 2017
Recolectando peras de un olmo
La Luna, tan lejos, tan cerca.
Para viajar a la Luna
nuestros preparativos
tienen que ser lunáticos
distraer a la cordura,
y hacer el vacío
a los cálculos matemáticos.
Para viajar a la Luna
nuestros preparativos
tienen que ser lunáticos
distraer a la cordura,
y hacer el vacío
a los cálculos matemáticos.
Para viajar a la Luna,
hay que tener el alma
predispuesta,
el estómago indispuesto
y en nuestras venas,
sangre marinera.
Para viajar a la Luna
he de fabricarme un cañón
grande y potente
para que de un fogonazo
encuentre mi destino.
Tu voz
Cuando tiemblo oigo tu voz,
temblorosa, sutil, casi viva.
Y me acurruco en nuestros recuerdos,
desde donde veo las luces del faro,
el amanecer, los puentes dorados.
Me despierta la desintonía de la radio,
¿Sabes? aun hablan del difunto tío Gil,
pero él no lo sabe.
Salto de mis recuerdos,
como un gato asustado,
y no encuentro piel ajena
donde aliviar mis uñas.
¿Quién soy?
¿Dónde está mayo?
me cansé de buscarlo
y me alié con octubre.
Mis gélidas manos
presagian el invierno,
mientras que tú deshojas
las flores sin miedo a las espinas.
¿Qué colores visten la mañana?
Tengo la paleta aburrida
pero no me decido
por ninguno de sus colores.
Es tan importante,
no tengo mas lienzo
que este.
Lo tengo que cubrir
de un manto de sensibilidades,
quizás para eso sería necesario
que fuera sensible,
al menos lo que dura
el tránsito del mar a la luna.
Descansar
Están las esquinas inquietas,
saturadas de aire enrarecido.
Es por eso que mi escoba,
tiene los pelos recién partidos.
Intuiciones
Si las palabras con un silbido,
se posaran en mis manos,
no sería este esperpento
con quien convivo.
hay que tener el alma
predispuesta,
el estómago indispuesto
y en nuestras venas,
sangre marinera.
Para viajar a la Luna
he de fabricarme un cañón
grande y potente
para que de un fogonazo
encuentre mi destino.
Tu voz
Cuando tiemblo oigo tu voz,
temblorosa, sutil, casi viva.
Y me acurruco en nuestros recuerdos,
desde donde veo las luces del faro,
el amanecer, los puentes dorados.
Me despierta la desintonía de la radio,
¿Sabes? aun hablan del difunto tío Gil,
pero él no lo sabe.
Salto de mis recuerdos,
como un gato asustado,
y no encuentro piel ajena
donde aliviar mis uñas.
¿Quién soy?
¿Dónde está mayo?
me cansé de buscarlo
y me alié con octubre.
Mis gélidas manos
presagian el invierno,
mientras que tú deshojas
las flores sin miedo a las espinas.
¿Qué colores visten la mañana?
Tengo la paleta aburrida
pero no me decido
por ninguno de sus colores.
Es tan importante,
no tengo mas lienzo
que este.
Lo tengo que cubrir
de un manto de sensibilidades,
quizás para eso sería necesario
que fuera sensible,
al menos lo que dura
el tránsito del mar a la luna.
Descansar
Están las esquinas inquietas,
saturadas de aire enrarecido.
Es por eso que mi escoba,
tiene los pelos recién partidos.
Pies que pisáis las aceras,
calzados en la pugna de un zapato negro
y unas medias negras.
Escuchad el runrun de las esquinas.
Ahora podré volver a dormir,
mientras tres ángeles negros,
cantan un bolero blanco,
a los pies de tu cama.
Yo te quiero verde, sí sí.
De como recogí peras de un olmo
¿Qué podéis esperar del olmo?
¿Acaso prometió ser como la dalia,
bella en primavera y mustia en el otoño?
Nada dijo entonces,
cuando los tres éramos alguien.
Y nada dice ahora,
que es olmo seco.
calzados en la pugna de un zapato negro
y unas medias negras.
Escuchad el runrun de las esquinas.
Ahora podré volver a dormir,
mientras tres ángeles negros,
cantan un bolero blanco,
a los pies de tu cama.
Yo te quiero verde, sí sí.
De como recogí peras de un olmo
¿Qué podéis esperar del olmo?
¿Acaso prometió ser como la dalia,
bella en primavera y mustia en el otoño?
Nada dijo entonces,
cuando los tres éramos alguien.
Y nada dice ahora,
que es olmo seco.
Durante la tempestad,
rindió las velas,
fue mástil y popa,
cuando todos escondían
su alma, en la oscura proa.
Y ahora que la luz,
santifica las cerezas extremeñas,
ahora que es fácil la risa,
que el desengaño pasó de moda,
que la melancolía es la canción
de nuestros padres.
Ahora lo podéis ver,
cantando las cuarenta a su sombra.
Nosotros los de entonces, no somos los mismos
Y al final del camino, el mar,
prolongación estética de una estela.
Cuerpo y alma ajenos a la sal,
desierto, monte y ahora la estela,
recuerdo inerte de las angustias,
los besos, las miradas, el pan de cada día.
rindió las velas,
fue mástil y popa,
cuando todos escondían
su alma, en la oscura proa.
Y ahora que la luz,
santifica las cerezas extremeñas,
ahora que es fácil la risa,
que el desengaño pasó de moda,
que la melancolía es la canción
de nuestros padres.
Ahora lo podéis ver,
cantando las cuarenta a su sombra.
Nosotros los de entonces, no somos los mismos
Y al final del camino, el mar,
prolongación estética de una estela.
Cuerpo y alma ajenos a la sal,
desierto, monte y ahora la estela,
recuerdo inerte de las angustias,
los besos, las miradas, el pan de cada día.
Pero dice Neruda, que no somos los mismos,
ni es la misma sal,
la que untaba en mis labios,
para saber de ti.
Ahora un simpático doctor,
me recetó enanas pastillas,
para atar mi tensión al suelo.
ni es la misma sal,
la que untaba en mis labios,
para saber de ti.
Ahora un simpático doctor,
me recetó enanas pastillas,
para atar mi tensión al suelo.
Intuiciones
Si las palabras con un silbido,
se posaran en mis manos,
no sería este esperpento
con quien convivo.
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