Se cree el tallo ajeno a la luz,
no conoce la flor el camino del agua,
los gritos de las raíces son gritos ciegos.
O eso, al menos, cuenta la leyenda
que escuché a un bicho bola.
Yo que no soy jardinero,
pero paso horas muertas
mirando el jardín silvestre del vecino,
se algo que el bicho bola ignoraba.
Sé que las ramas del árbol
se doblan para rozar un instante
la solitaria flor del abedul.
También sé que los tubérculos
no nacieron ciegos,
y que un día vieron un amanecer.
Que el mar tiene nostalgia
de los pétalos abandonados
a los pies de la aurora.
Se lo he susurrado al bicho bola
pero el trajín de sus pesquisas
le impide escuchar a los locos.
Adolfo Lisabesky (En el mundo de los cuerdos, el bufón es el rey)
Dicen los expertos que es conveniente escribir para conocerse. Las fotos nos revelan cicatrices con las que no contamos. Un megáfono nos ayuda a mejorar nuestra dicción. Escribir y releerse nos ayuda a alejar determinados fantasmas.
Vistas de página en total
miércoles, 10 de mayo de 2017
sábado, 6 de mayo de 2017
Aforismos que leeré mañana
Ahora que dejé de recitar versos
en mi escalera,
mis viajes en el ascensor
están llenos de dulce prosa.
"Mire al techo señorita,
o sus ojos hará que zozobremos"
Mis cuarenta largos años
me hacen un joven pensionista,
que ni baila, ni anda, ni siquiera
le cuenta a las palomas sus secretos.
"Como me vuelva a contar sus secretos,
seré yo el que saque la daga
de mi corazón".
Recuerdo el exacto instante
de la voladura,
era un día de fiesta,
por eso no te importó
que gritara.
"No quiera que rodemos
ladera abajo,
mis aristas se clavarán
en el único hueco, no herido,
de su corazón"
Una la mula, dos la coz...
no supiste interpretar
el popular juego infantil
y me pateaste sin misericordia.
"¿El poema? es la unidad
de medida de la locura"
Al profesor de matemáticas
le salen los algoritmos por las narices,
esta mañana encontré una ecuación
junto con mi última deposición.
"Hace tiempo que no hablamos
de tus labios,
duermo con ellos pegados a los mios,
mi lengua...esa es otra historia"
De tantas vueltas que he dado
en el cerco de la noria
cabría un batallón de soldados,
¡Malditos!...agradecerme la trinchera.
Adolfo Lisabesky
en mi escalera,
mis viajes en el ascensor
están llenos de dulce prosa.
"Mire al techo señorita,
o sus ojos hará que zozobremos"
Mis cuarenta largos años
me hacen un joven pensionista,
que ni baila, ni anda, ni siquiera
le cuenta a las palomas sus secretos.
"Como me vuelva a contar sus secretos,
seré yo el que saque la daga
de mi corazón".
Recuerdo el exacto instante
de la voladura,
era un día de fiesta,
por eso no te importó
que gritara.
"No quiera que rodemos
ladera abajo,
mis aristas se clavarán
en el único hueco, no herido,
de su corazón"
Una la mula, dos la coz...
no supiste interpretar
el popular juego infantil
y me pateaste sin misericordia.
"¿El poema? es la unidad
de medida de la locura"
Al profesor de matemáticas
le salen los algoritmos por las narices,
esta mañana encontré una ecuación
junto con mi última deposición.
"Hace tiempo que no hablamos
de tus labios,
duermo con ellos pegados a los mios,
mi lengua...esa es otra historia"
De tantas vueltas que he dado
en el cerco de la noria
cabría un batallón de soldados,
¡Malditos!...agradecerme la trinchera.
Adolfo Lisabesky
Suscribirse a:
Entradas (Atom)