Camino aunque tropiezo.
Tropiezo a pesar de estar alerta,
Estoy alerta y me fatigo,
mi fatiga me despierta,
Despierto Y amanezco.
Adolfo Lisabesky
Dicen los expertos que es conveniente escribir para conocerse. Las fotos nos revelan cicatrices con las que no contamos. Un megáfono nos ayuda a mejorar nuestra dicción. Escribir y releerse nos ayuda a alejar determinados fantasmas.
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jueves, 30 de octubre de 2014
domingo, 26 de octubre de 2014
Los mares del sureste
Siempre he buscado el mar,
y en cambio ¡Soy tan mal marinero!
Aprendí poco a poco
en un mar de "a poco a poco",
unas olas enanas fueron mis instructoras,
el pequeño bamboleo
y el sabor salado de su cuerpo
los pequeños obstáculos a vencer.
Cuando acabó el mar,
las cristaleras de la catedral,
las calles plateras,
que parecen acabar en el puerto de la niñez,
fueron el promontorio de mi desahucio.
Pero no era lo mismo,
el mar estaba lejos, muy lejos.
Rompí las cristaleras de mi juventud
y me alojé en tus ojos,
en este mar, hermano mayor
del de mi infancia.
En el confío el nacimiento de mis branquias,
que me permitan ver los fondos marinos
de una playa anclada en el desierto.
Adolfo Lisabesky
y en cambio ¡Soy tan mal marinero!
Aprendí poco a poco
en un mar de "a poco a poco",
unas olas enanas fueron mis instructoras,
el pequeño bamboleo
y el sabor salado de su cuerpo
los pequeños obstáculos a vencer.
Cuando acabó el mar,
las cristaleras de la catedral,
las calles plateras,
que parecen acabar en el puerto de la niñez,
fueron el promontorio de mi desahucio.
Pero no era lo mismo,
el mar estaba lejos, muy lejos.
Rompí las cristaleras de mi juventud
y me alojé en tus ojos,
en este mar, hermano mayor
del de mi infancia.
En el confío el nacimiento de mis branquias,
que me permitan ver los fondos marinos
de una playa anclada en el desierto.
Adolfo Lisabesky
martes, 21 de octubre de 2014
Sinsentidos
Veo mi orilla pasar a la otra orilla
solo, totalmente solo,
a este lado del río
donde las piedras me hacen compañía.
Oigo a las aves
comprometerse con las nubes
y estas ensimismadas no llueven,
millares de agricultores
claman el ocaso del amor
en tumultuosa rebeldía.
Huelo a los suicidas
buscar una muerte hermosa
en una carta manuscrita
se despiden del mar, de la madre
de la vida.
Toco con las yemas de mis manos
el viento,
desanimado, cadencioso,
no parece de Almería.
Adolfo Lisabesky
solo, totalmente solo,
a este lado del río
donde las piedras me hacen compañía.
Oigo a las aves
comprometerse con las nubes
y estas ensimismadas no llueven,
millares de agricultores
claman el ocaso del amor
en tumultuosa rebeldía.
Huelo a los suicidas
buscar una muerte hermosa
en una carta manuscrita
se despiden del mar, de la madre
de la vida.
Toco con las yemas de mis manos
el viento,
desanimado, cadencioso,
no parece de Almería.
Adolfo Lisabesky
martes, 14 de octubre de 2014
Cuartilla, pensamiento y verso
Cuartillas en blanco,
pensamientos atormentados,
versos abortados.
Pensamientos en blanco,
cuartillas arrancadas,
versos aplazados.
Versos en blanco,
pensamientos atropellados,
cuartillas esparcidas.
Adolfo Lisabesky
pensamientos atormentados,
versos abortados.
Pensamientos en blanco,
cuartillas arrancadas,
versos aplazados.
Versos en blanco,
pensamientos atropellados,
cuartillas esparcidas.
Adolfo Lisabesky
viernes, 10 de octubre de 2014
Y todo rueda...apresurado
A pesar de las flores
que en el jardín lloran y ruedan,
de los besos que se amagan
y no se dan,
del inútil comercio
que en un mercado en silencio
se desploma a los pies de los pescaderos.
A pesar de nada,
se compran las rosas
que se marchitan en un amanecer postrero,
se venden los besos
que glosan unos ingenuos versos,
gritan los puestos
en coro, dispuestos:
¡Fresco, fresco,
que el pescado está fresco!
Será lo único fresco
en los días de caldo recalentado.
Adolfo Lisabesky
que en el jardín lloran y ruedan,
de los besos que se amagan
y no se dan,
del inútil comercio
que en un mercado en silencio
se desploma a los pies de los pescaderos.
A pesar de nada,
se compran las rosas
que se marchitan en un amanecer postrero,
se venden los besos
que glosan unos ingenuos versos,
gritan los puestos
en coro, dispuestos:
¡Fresco, fresco,
que el pescado está fresco!
Será lo único fresco
en los días de caldo recalentado.
Adolfo Lisabesky
sábado, 4 de octubre de 2014
Otoño
¿A quién tengo que convencer?
¿De qué me tengo que convencer?
Una puesta de sol,
es sólo una puesta de sol,
y el ocaso sólo una palabra.
Luego aparecen las palabras,
alma, vida, amor y muerte,
una por una lo son todo.
Juntas...son tan poca cosa.
El sol ilumina el alma,
que hace de la vida
un lugar digno de visitar,
donde el amor a lo grande
y la muerte de las pequeñas cosas
acaban con el tedio de los días otoñales.
El otoño, donde muere el verano
donde el mar se enfría
abandonado por el sol,
donde empiezo a sentir
que el amor y la muerte
no son más que piezas disjuntas
del enigmático puzzle de la vida.
Adolfo Lisabesky
¿De qué me tengo que convencer?
Una puesta de sol,
es sólo una puesta de sol,
y el ocaso sólo una palabra.
Luego aparecen las palabras,
alma, vida, amor y muerte,
una por una lo son todo.
Juntas...son tan poca cosa.
El sol ilumina el alma,
que hace de la vida
un lugar digno de visitar,
donde el amor a lo grande
y la muerte de las pequeñas cosas
acaban con el tedio de los días otoñales.
El otoño, donde muere el verano
donde el mar se enfría
abandonado por el sol,
donde empiezo a sentir
que el amor y la muerte
no son más que piezas disjuntas
del enigmático puzzle de la vida.
Adolfo Lisabesky
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