Me avergüenzan mis miedos,
terroríficas estacas que penetran
mi alma.
Se instalaron una tarde de presiones contenidas
para no abandonarme el resto de mis días.
¿Qué queréis de mi?
¿Qué anticipe mi muerte?
¿Qué plastifique mi vida?
Era un tonto,
y mis miedos me hicieron dos tontos, (1)
No, no es mío
es el miedo a que este poema
no pudiera caminar solo.
Miedos,
ocultos deseos
de eternidad.
Adolfo Lisabesky(1) "Era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos"
Rafael Alberti
Dicen los expertos que es conveniente escribir para conocerse. Las fotos nos revelan cicatrices con las que no contamos. Un megáfono nos ayuda a mejorar nuestra dicción. Escribir y releerse nos ayuda a alejar determinados fantasmas.
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martes, 26 de agosto de 2014
lunes, 11 de agosto de 2014
Amater resucitado
He muerto tantas veces
que ya no sé si escribo esto
vivo o muerto.
Lo cierto es que soy un resucitado
bastante depauperado.
No tengo yagas
que echarme a las manos
ni ando por Getsemaní
asombrando a los vivos.
Debo estar muerto,
y esto es la eternidad.
Un continuo deambular
de tertulia en tertulia teológica:
"Harto de multiplicar los peces
multiplico amanecidas"
En un asombró dialéctico
ayer me convencí resucitado,
ahora ni el Ébola, ni los aprendices
a jinetes apocalípticos
pueden bajarme de este palmo y medio
de aura,es todo lo que me puedo permitir.
Adolfo Lisabesky
que ya no sé si escribo esto
vivo o muerto.
Lo cierto es que soy un resucitado
bastante depauperado.
No tengo yagas
que echarme a las manos
ni ando por Getsemaní
asombrando a los vivos.
Debo estar muerto,
y esto es la eternidad.
Un continuo deambular
de tertulia en tertulia teológica:
"Harto de multiplicar los peces
multiplico amanecidas"
En un asombró dialéctico
ayer me convencí resucitado,
ahora ni el Ébola, ni los aprendices
a jinetes apocalípticos
pueden bajarme de este palmo y medio
de aura,es todo lo que me puedo permitir.
Adolfo Lisabesky
Sol-Izado
miércoles, 6 de agosto de 2014
Banalidades
Sonríen bañistas y les sonrío,
distraigo el tedio estival,
en conversaciones instrascendentes:
- ¿Probó usted sus melocotones?
-Sí- con un punto de melancolía- aunque
en una parte aun estaban verdes.
En este mismo instante
caerá la muerte sobre los tejados
de una casa atestada de vida,
en Gaza los refugios son de papel mojado
el mismo papel mojado donde firman
sus acuerdos todos los terroristas.
Ahora Miguel recordará
porque hizo lo que hizo,
porqué el bien no tiene esperas,
porqué la vida en África
no tiene futuro, sin un presente.
Ahora que murió su hermano,
que sus hermanas mueren con él,
cuenta los segundos que tarda la burocracia
en remangarse unas mangas
que el ya se remangó.
Siento en mi cuello
la inapelable sentencia
de culpabilidad.
Ajeno al dolor,
sumergido en la dulce banalidad,
los ecos del Ébola,
y las olas que llegan a Murcia
por el bombardeado mar palestino
tocan mi hombro,
tocan el hombro de occidente,
pero el canto de sirena
de las dulces banalidades
nos impiden torcer el pescuezo.
Adolfo Lisabesky
Por la pronta llegada y recuperación de D. Miguel Pajares
distraigo el tedio estival,
en conversaciones instrascendentes:
- ¿Probó usted sus melocotones?
-Sí- con un punto de melancolía- aunque
en una parte aun estaban verdes.
En este mismo instante
caerá la muerte sobre los tejados
de una casa atestada de vida,
en Gaza los refugios son de papel mojado
el mismo papel mojado donde firman
sus acuerdos todos los terroristas.
Ahora Miguel recordará
porque hizo lo que hizo,
porqué el bien no tiene esperas,
porqué la vida en África
no tiene futuro, sin un presente.
Ahora que murió su hermano,
que sus hermanas mueren con él,
cuenta los segundos que tarda la burocracia
en remangarse unas mangas
que el ya se remangó.
Siento en mi cuello
la inapelable sentencia
de culpabilidad.
Ajeno al dolor,
sumergido en la dulce banalidad,
los ecos del Ébola,
y las olas que llegan a Murcia
por el bombardeado mar palestino
tocan mi hombro,
tocan el hombro de occidente,
pero el canto de sirena
de las dulces banalidades
nos impiden torcer el pescuezo.
Adolfo Lisabesky
Por la pronta llegada y recuperación de D. Miguel Pajares
lunes, 4 de agosto de 2014
También las hienas se ríen
También las hienas se ríen
y los sádicos pilotos
cuando bombardean
escuelas,
y los curas pederastas que se santiguan
antes de arrebatar la niñez
para sumergirse en el pecado,
y los brokers cuando consiguen su dos
por ciento
en la inmundicia de un sistema
podrido.
Yo también me río,
Yo también me río,
el otro día me sorprendí sonriendo
tras un amanecer.
Pensaba que el Sol
Pensaba que el Sol
era aún más fuerte
que todos los genocidas,
que la bolsa de wall street,
que el mismísimo Vaticano,
y más poderosa que la risa
de todas las hienas del mundo.
Me entró la risa
en uno de sus rayos luminosos
Adolfo Lisabesky
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